Buenos días y gracias por venir.
En primer lugar, queremos señalar que no nos genera ninguna satisfacción el tener que desobedecer las resoluciones de un juez; nos gustaría, al contrario, que por su línea pudiéramos compartirlas y, por tanto, acatarlas. Nuestra moral y nuestras concepciones sociales nos impiden, en esta ocasión, obedecer la resolución judicial del Juzgado de Instrucción Número 1º basada en la sentencia de la Audiencia Provincial, que además de antisocial e inmoral creemos que en absoluto está ajustada a derecho.

En la sentencia de la Audiencia Provincial no se da respuesta cabal a las cuestiones principales que se plantearon en los recursos de los compañeros, muy especialmente a lo referido a la legitimación de las personas que se personaron como denunciantes y que afirmaron, sin acreditación ni documentación alguna, actuar como “representación legal” de la Sociedad Zángano Inversiones. Este será uno de los motivos en los que basaremos nuestro posible recurso a los tribunales europeos, el cual estamos estudiando.
No deja de ser curioso, aunque ya estamos habituados/as, que algunos medios, en este caso El Mundo de Valladolid, tuviera acceso y publicara el pasado lunes 9 la sentencia (que se comunicó a las partes afectadas posteriormente). Y no solo eso, sino que el mencionado artículo describe una operación policial más propia de una confrontación militar que de la resolución de una cuestión civil. Esos dispositivos policiales no parecen existir para atajar el problema de la especulación, de la corrupción o del crimen organizado y del narcotráfico que lleva destruyendo la vida de los jóvenes y la convivencia en barrios de la ciudad desde hace décadas, como es el caso del 29 de octubre.
La asamblea de La Molinera ha decidido no desalojar el edificio en el plazo de cinco días, según se indica en esa resolución ilegítima del Juzgado de Instrucción N.º 1. Como hemos informado previamente, utilizaremos todos los recursos legales y sociales para impedir este desalojo. En ese sentido, esta tarde hemos convocado una asamblea abierta al activismo vallisoletano para informar de la situación y decidir cómo apoyar la continuidad de La Molinera.
Es bien conocido que el titular del Juzgado de Instrucción N.º 1 tuvo una responsabilidad muy directa para que una buena parte de los encausados por la reforma ilegal de Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid, que entre otras cosas posibilitó la construcción irregular del hotel Marqués de la Ensenada, saliera impune. El mismo juez ahora dicta una resolución que va en esa misma línea de amparo a la especulación en esta ciudad. A menudo las resoluciones judiciales caminan por sendas opuestas a lo que es ético, justo y legítimo.
El Centro Social La Molinera nació en el verano de 2018 para dar satisfacción a la necesidad de espacios autogestionados que estuvieran al servicio de la organización del movimiento popular de Valladolid, y muy especialmente de la juventud comprometida. El proyecto se hizo, como hemos explicado en muchas ocasiones, en un edificio con protección patrimonial que había sufrido un brutal proceso especulativo y de vandalización, en el que es oportuno volver a recordar que estuvieron involucrados políticos y empresarios.
Desde aquel verano de 2018 hasta hoy, en un período de cuatro años y medio, el inmueble ha tenido un proceso de rehabilitación interna impresionante, empezando por la retirada de basura y restos orgánicos, hasta la instalación de un sistema eléctrico, pasando por la participación de reconocidos muralistas, etc. Ello ha supuesto una inversión monetaria importante, y sobre todo una inversión de trabajo militante de miles de horas. Han sido cuatro años y medio llenos de vida, en los que hemos abierto las puertas a decenas de colectivos, asociaciones y organizaciones para la realización de asambleas, talleres, encuentros, charlas y eventos. Miles de personas han visitado el espacio y disfrutado de cientos de actos deportivos, lúdicos, culturales, artísticos, sindicales y políticos, realizados sin repercutir jamás en ningún enriquecimiento personal, y sostenidos en base al compromiso y constancia de las personas que formamos La Molinera. Multitud de iniciativas que luego se llevaron a la calle, o que dieron lugar a otros proyectos, fueron posibles gracias a la existencia del Centro Social. La última iniciativa, que pusimos en marcha este otoño, fue la Despensa Solidaria La Panera, con la que se está ayudando a medio centenar de personas con alimentos, ropa y productos de higiene ante la precarización de la vida. Cabe preguntarles a aquellos que han decidido destruir este proyecto si se van a hacer cargo de mantener la ayuda a estas familias que atraviesan una situación especialmente precaria.
El papel jugado por el Ayuntamiento cuando era presidido por León de la Riva fue de estrecha colaboración con la maniobra especulativa (de la que aún no hemos salido, atendiendo a la última resolución del Juzgado). Una cantidad para llevar adelante ese proyecto del hotel procedía de los Fondos FEDER de la Unión Europea. Estudiaremos llevar también al Parlamento Europeo que se abra una investigación sobre tal cuestión. No deja de ser curioso que la empresa que anteriormente adquirió el inmueble por 3 millones de euros -Kelona Invest- lo haya vendido al fondo Zángano por solo un millón de euros. Nos preguntamos si la Diputación Provincial o el Ayuntamiento de Valladolid no consideraron, y en tal caso por qué no lo hicieron, la posibilidad de hacerse con la titularidad del edificio de la antigua fábrica de harinas a ese precio de ganga.
Pues bien, ahora se nos exige que nos vayamos para que el fondo Zángano Inversiones tome posesión del edificio. Frente a nuestro historial de trabajo comunitario a favor de la ciudad y de sus movimientos sociales, otros contraponen obscenamente el peso del dinero y de la propiedad privada a cualquier precio. Pero, ¿qué clase de personas seríamos si consintiésemos que un empresario cualquiera, por disponer de abundante capital, segase las iniciativas que trabajan por el bien común? Molinera hay una, edificios abandonados o en manos de especuladores en la ciudad hay miles. Que los buitres-zánganos hayan maniobrado para quedarse con este en concreto, a sabiendas de su función y su utilidad social como pulmón democrático en Valladolid, obviamente no es casualidad.
Toca defender nuevamente La Molinera, porque defender La Molinera es defender los intereses de la ciudad, la vida, la cultura, la paz, los derechos laborales y cívicos, y especialmente los derechos de la juventud. Como dice la pancarta de la fachada, nosotras no nos echaremos atrás, nuestra conciencia y nuestro compromiso nos lo impiden.
Sois personas solidarias, auténticas y valientes
Verdaderamente, si hubiera más gente con vuestra forma de pensar y actuar, la sociedad sería mucho más justa y el mundo más habitable
Muchísima suerte en vuestras/nuestras actuaciones para defender el Centro Social La Molinera, que no se vende, se defiende
Bravísimo compañeras/os de La Molinera.
Recibid todo el animo del mundo y todo el apoyo que se os pueda prestar desde León. Ya nos iréis diciendo.
Un abrazo muy grande y solidario.